¿Qué podemos decir sobre los efectos a medio plazo de la Reforma Laboral?

de José Ignacio García Pérez y Victoria Osuna

En el post anterior concluíamos que la reforma laboral recientemente aprobada no parece estar dando resultados muy positivos a corto plazo. Aunque parece haberse revertido la tendencia decreciente observada en la contratación indefinida por parte de las empresas de menos de 50 trabajadores, el contrato de emprendedores no acaba de despegar. Seguramente las incertidumbres ligadas a su diseño son parte de las causas de este aparente fracaso. Tampoco parece que el tipo de despido que se está aplicando desde febrero de este año sea muy distinto al que viene aplicándose desde que la reforma de 2010 fue aprobada. Sin embargo, estos cambios a corto plazo pueden estar diciéndonos muy poco sobre los posibles efectos a medio y largo plazo de esta última reforma. Para ello necesitaremos información más detallada que nos ayude a estimar el cambio en las decisiones de contratación y despido de las empresas españolas tras la reforma.

Mientras tanto podemos, no obstante, utilizar la teoría económica para ir avanzando en nuestras predicciones. En un trabajo reciente,  usamos un modelo de búsqueda de empleo en equilibrio adaptado a la estructura dual del mercado de trabajo español para calibrar los posibles efectos a largo plazo, es decir, sobre el equilibrio estacionario de la economía, de esta reforma laboral. También evaluamos los efectos que tendría un diseño alternativo del contrato de emprendedores basado en la introducción de un sistema de indemnizaciones por despido creciente con la antigüedad para todas las nuevas contrataciones. En el documento “Propuesta para la reactivación laboral en España” ya se planteaba sustituir el sistema de contratación actual por un contrato único cuya indemnización por despido aumentara de manera suave con respecto a la antigüedad con el fin de evitar el incentivo a despedir de manera masiva en torno a la fecha límite cuando un contrato temporal tiene que ser convertido en permanente (en torno a 2-3 años según el tipo de contrato).

Nuestros resultados para el nuevo equilibrio estacionario resultante tras la introducción de la reforma aprobada indican que la tasa de desempleo se podría reducir en un 20% respecto al nivel de equilibrio existente antes de la reforma, y que la tasa de destrucción de empleo podría caer un 29%. Sin embargo, esta reforma tendrá un coste muy importante en términos de subvenciones a la contratación. En efecto, en nuestra simulación en torno al 22% de los contratos firmados por empresas de menos de 50 trabajadores tendrán acceso a subvenciones a la contratación que, en media, representan un importe de 3.484 euros por contrato.

Una manera más barata y más eficiente de disminuir la dualidad en el mercado de trabajo consistiría en eliminar la posibilidad de elegir al inicio de la relación laboral entre contratación temporal o indefinida e implantar un contrato común para las nuevas contrataciones que partiendo de un nivel de indemnización por despido parecido al que tendrán los contratos temporales al final del periodo transitorio que introdujo la reforma de 2010 (12 días de indemnización en 2015) llegue a una indemnización por despido improcedente similar a la que actualmente tienen los contratos indefinidos (33 días). En la siguiente figura se muestran las estructuras de costes de despido existentes antes de la reforma (contrato temporal a 8 días por año trabajado e indefinido a 45), con la reforma aprobada (12 días para el contrato temporal y 33 días para el contrato indefinido) y con esta estructura alternativa de lo que podríamos llamar, siguiendo a Juanjo Dolado un “contrato de igualdad de oportunidades” para las nuevas contrataciones.

En este gráfico se comprueba como la situación anterior a la reforma (línea azul) estaba caracterizada por un cambio muy brusco en las indemnizaciones por despido a partir del tercer año en el que la empresa tenía que convertir el contrato temporal en indefinido si quería seguir con el trabajador. La reforma aprobada en febrero (línea rosa) ha hecho que la distancia entre el tercer y el cuarto año se reduzca algo (al aumentar a 12 la indemnización de los temporales y reducir a 33 la de los indefinidos). El contrato de emprendedores (línea verde) supone la introducción de un nuevo salto brusco al final del primer año, cuando termina el periodo de prueba. Por el contrario, la estructura alternativa ya apuntada por Samuel Bentolila y Marcel Jansen y consistente en distribuir entre los tres primeros años del contrato los costes de despido asociados al contrato de emprendedores y hacer que ésta fuera la única forma de contratar a trabajadores desempleados (línea violeta) implicaría una estructura mucho más suave, más barata y más eficiente de cara a reducir la tasa de desempleo de equilibrio y, sobre todo, la tasa de destrucción de empleo agregada en el nuevo equilibrio estacionario.

En efecto, como se observa en este cuadro resumen de los resultados del artículo citado anteriormente, la tasa de desempleo en equilibrio podría ser en este caso un 28% inferior a la existente antes de introducir la reforma de 2012. La tasa de destrucción de empleo caería en un 42% bajo este contrato pero lo que es más importante, la distribución entre la población empleada de la antigüedad en la empresa sería mucho más equilibrada que la observada actualmente. Si éste fuera el único tipo de contrato para los individuos actualmente en desempleo, un 21% más de trabajadores terminaría teniendo una antigüedad de más de 3 años y un 32% menos de trabajadores tendrían una antigüedad inferior a 12 meses. Este cambio tan importante en la composición de la plantilla en la empresa haría seguramente que las decisiones de inversión en capital humano se adelantasen, con lo que se conseguirían efectos positivos adicionales sobre la productividad de la economía.

Por último, nuestros ejercicios de simulación de la transición desde el status-quo actual al nuevo equilibrio estacionario muestran que estos cambios beneficiarían a una mayoría de trabajadores en términos tanto de indemnización esperada al cabo de 12 años como en términos de estabilidad en el empleo: solo el 8,1% de los trabajadores en nuestra muestra de simulación  (la mayoría indefinidos) se verían perjudicados por la reforma aprobada y solo el 5,8% en el caso de adoptar la estrategia de contrato único. Sin embargo, la gran mayoría de trabajadores (sobre todo los desempleados y los que actualmente tienen un contrato temporal) se verían beneficiados o simplemente no se verían afectados por la misma (gran parte de los que actualmente tienen un contrato indefinido).

Si el Gobierno sigue sin coger el toro por los cuernos, y no elimina de una vez los contratos temporales, una vez que la economía se recupere, vamos a repetir el mismo error: volveremos a crear multitud de empleos temporales que condenarán a las personas actualmente desempleadas al mismo ciclo perverso de desempleo y temporalidad. Por todas estas razones, las diferencias en la contratación deben desaparecer. Necesitamos un contrato de igualdad de oportunidades. Esperemos que las condiciones del próximo rescate incluyan este importante cambio en la reciente reforma laboral.

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