Comparaciones internacionales de estándares de vida

Eduardo Ley es Lead Economist del Economic Policy and Debt Department del Banco Mundial –o WorldPank–, excelente economista –ver su Ridiculum Vitae– y el más rápido evaluador de artículos académicos del mundo. Le hemos pedido que escribiera una entrada sobre su investigación reciente acerca de los problemas de medición del PIB en países en desarrollo. SB

de Eduardo Ley

El PIB per cápita se utiliza comúnmente como métrica de estándar de vida, y su nivel determina la elegibilidad de ayudas al desarrollo y los términos más o menos favorables en préstamos internacionales. En este blog quiero llamar la atención a tres problemas que pueden resultar en comparaciones de peras con manzanas, y que pienso que precisan más atención e investigación. Mi atención se centrara aquí en países muy pobres—p.ej., la África sub-Sahariana.

Antes de entrar en faena, quiero aclarar las omisiones más aparentes entre lo que no voy a tratar en este blog por motivos de espacio, no porque no sean temas importantes. En comparaciones internacionales, está el asunto fundamental de la paridad de poder de compra (ver aquí y aquí). Otro tema de actualidad es si necesitamos prestar más atención a medidas de bienestar en lugar de producción. El Informe de la Comisión para la Medición de Desempeño Económico y el Progreso Social preparado para el Gobierno francés por Stiglitz, Sen y Fitoussi (2010) presenta un resumen actualizado de los asuntos relevantes. Sin embargo, voy a centrarme aquí en problemas que aparecen incluso cuando nos limitamos al PIB como medida de producción (outputs), y dejando aparte temas de bienestar (outcomes).

Un primer problema son los denominados gastos instrumentales realizados por los gobiernos. Éstos se imputan en las cuentas nacionales como producción final cuando realmente son factores de producción que facilitan producción final de otras actividades. El sistema de justicia es un ejemplo; los ciudadanos normalmente no consuman jueces ni policías. La función del sistema es permitir el buen funcionamiento de la actividad privada (y pública). La mayoría de las funciones gubernamentales que tienen carácter de bien público son de este tipo. Este tipo de gastos no debería incluirse en el PIB; estamos contando doble. Si fueran realizados en la esfera privada (p.ej., un servicio privado de seguridad pagado por una empresa) serían sustraídos como costes antes de calcular el valor añadido neto. Este tema está muy bien tratado en la deliciosa monografía de Nordhaus y Tobin (1972) Is Growth Obsolete?.

Un segundo problema está relacionado con las industrias extractivas (p.ej., la minería). En países pobres dependientes de recursos naturales (p.ej., en los países de la África sub-Sahariana) durante tiempos de bonanza en los mercados de materias primas el PIB crece alegremente mientras que los indicadores de desarrollo humano permanecen estancados durante largos periodos. Fijémonos en la Fig 1, los países por debajo de la nube son países que obtienen peores resultados en el indicador de desarrollo humano ahí representado, esperanza de vida al nacer, que lo que su nivel de PIB haría esperar, todos son dependientes de los recursos naturales (desde, p.ej., Zambia, Nigeria, Angola Sudáfrica a países ricos como Brunei o Qatar). (Éste es un asunto distinto de la maldición de los recursos naturales que sugiere que sin recursos el país estaría a la derecha de donde está en el eje del PIB.)

Fig. 1. Los países con malos indicadores de salud, dado su PIB, son países dependientes de recursos naturales

En países dependientes de recursos naturales y en contextos de gran presencia de empresas extranjeras en estas industrias, es preciso prestar atención a otros indicadores del desempeño económico. Primero, tenemos que pasar de un concepto de Producto Interior a un concepto de Renta Nacional (p.ej., en 2009, la Balanza de Pagos de Zambia refleja una salida de dividendos equivalente a 16% del PIB). Segundo, debemos de pasar de un concepto Bruto a un concepto Neto que incluya junto a la depreciación de activos físicos, el agotamiento de los recursos naturales. La Renta Nacional Neta así ajustada (neta del agotamiento de los recursos naturales) se comporta muy diferente del PIB como la Fig 2 muestra. El ajuste por agotamiento de los recursos naturales es también muy relevante para el cálculo del ahorro nacional ajustado (reflejando también la inversión en capital humano) que determina la riqueza nacional en el futuro (ver Fig 3 y aquí).

Fig 2. Crecimiento del PIB vs crecimiento de la Renta Nacional Neta Ajustada. (Fuente)

Fig 3. Ahorro Nacional Neto Ajustado: Divergencia Big Time. (Período 1970-2007. Fuente)

El tercer tema con el que quiero acabar es de la calidad de los servicios estatales. Está  generalmente reconocido que el producto del estado es difícil de definir y su valor difícil de medir. La convención adoptada en los sistemas de contabilidad nacional es igualar el valor del producto estatal a los costes de los factores de producción asociados. Sin embargo, este marco es deficiente porque no permite cambios en la cantidad de producto por unidad de factor, es decir, cambios en la productividad (para una revisión reciente de esta cuestión, ver aquí). También implícitamente se asume que estos factores se utilizan plenamente: se asume que las actividades del gobierno están en la frontera de la función de producción correspondiente. Cuando éste no es el caso, se sobrevalora la producción nacional. Esto a su vez podría provocar conclusiones erróneas en las comparaciones entre países, teniendo en cuenta que el tamaño, el alcance y el rendimiento del sector público varía ampliamente entre países.

Es más, este producto estatal (en ocasiones parcialmente inexistente) es asignado a los hogares como consumo efectivo. Como señalan Deaton y Heston (2010): “[…] there are many countries around the world where government-provided health and education is inefficient, sometimes involving mass absenteeism by teachers and health workers […] so that such ‘actual’ consumption is anything but actual. To count the salaries of AWOL government employees as ‘actual’ benefits to consumers adds statistical insult to original injury.” (AWOL es un acrónimo utlilizado, en el ejército, para referirse a miembros “absent without official leave.”  Miembros del ejército que están ausentes sin permiso oficial). A muestra de ejemplo, véase la Fig 4; en ese estudio del Banco Mundial sobre escuelas públicas en Uganda no se pudo encontrar al 19% de los maestros.

Fig 4. ¿Dónde está el Maestro?

Si nos pudiéramos fiar de los estudios de eficiencia que nos informan, p.ej., de que es posible obtener el mismo producto estatal con sólo x% de los factores utilizados, siguiendo la lógica de las cuentas nacionales, deberíamos imputar solamente x% de los costes como contribución al PIB. El (100 – x)% restante es despilfarro y pertenece a la categoría de transferencias, no a la de valor añadido. Grigoli y Ley (2012) (aquí y aquí) realizan este tipo de corrección ilustrativa para un grupo de países y la pérdida del producto en promedio es 4%  del PIB (ver Fig 5). En una muestra más amplia que incluye también a países más pobres, observan que mientras que los países más pobres tienden a tener sectores públicos más ineficientes, por otro lado, son sectores públicos más pequeños. Lo uno compensa lo otro y las correcciones del PIB no guardan relación significativa con el nivel de renta.

Fig 5. Pérdida del PIB debida a despilfarro en los sectores de Salud y Educación (medias 1998-2002). Fuente

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