Las elecciones americanas, la derrota de los hipopótamos, y lo que deben aprender nuestros hijos (una pista: matemáticas)

Fuente: xkcd

Las elecciones americanas han tenido un ganador inesperado: los modelos estadísticos. En las elecciones del 2008, un bloguero llamado Nate Silver, heredero de los pioneros de los que hablaba anteayer Samuel, consiguió una fuerte y leal audiencia desde su blog 538 (538 es el número de votos del Colegio Electoral) a base de predicar el evangelio del rigor, la calma y el análisis de los datos por encima de las opiniones sin base más allá que la “intuición” y el “instinto”. Muchos (incluidos muchos de los que aquí escribimos) lo seguíamos con fidelidad y disfrutamos y aprendimos mucho. Consiguió predecir con sus modelos estadísticos los resultados en todos los estados menos uno. Luego el NYTimes le compró el blog y lo instaló en su primera página durante esta campaña, dándole una enorme difusión e influencia (nota al NYT: si quieren comprar NeG, llámennos).

Su visión de estas elecciones ha sido espectacular por lo razonable, valiente, y al final, correcta. Desde el mes de junio Silver predecía una clara, aunque ajustada victoria de Obama en el Colegio Electoral, con un rango en los distintos meses nunca mayor de 330, nunca menor de los 280 votos electorales (la mayoría necesaria son 270). Su argumento básico era que lo que importa no es la intención de voto nacional, sino la de los estados; que había muchas encuestas estatales en los estados clave (Ohio, sobre todo) y que todas casi sin excepción predecían victorias ajustadas de Obama. Cada encuesta daba una victoria dentro del margen de error, pero cuando se combinaban todas se llegaba a una predicción prácticamente segura.

Enfurecida, el ala lunática del partido republicano (desgraciadamente, hasta ayer, la más poderosa), un ala que ignora con orgullo la ciencia y la evidencia (no existe la evolución, los dinosaurios convivieron con los humanos, la tierra tiene 10,000 años, el calentamiento global es una conspiración socialista), emprendió un  durísimo ataque contra Silver, acusándole de ser un conspirador, ocultar y manipular los datos, no entender las encuestas, tener una fórmula compleja, tener una fórmula sencilla etc. La realidad era que Romney ganaba (ver este avergonzante video del increíble Dick Morris). Silver respondió siempre magistralmente: explicando las matemáticas en los términos más sencillos, aclarando lo que sus datos querían y no querían decir  e insistiendo en que no había la carrera justita y ajustada hasta el final que los vendedores de periódicos y los republicanos querían ver, sino que caminábamos hacia una victoria clara de Obama. Los periodistas de izquierda y derecha, incapaces de distinguir una varianza de un intervalo de confianza o una desviación estándar de un error estándar, usaban sus artículos para tratar, sin ningún éxito, de desacreditar el cálculo estadístico de la probabilidad de ganar. Ver por ejemplo éste artículo o, para verdadera verguenza ajena, éste.

La noche electoral ha sido una enorme victoria para Silver. Acertó el resultado en todos los estados y predijo, al contrario que todas las firmas de encuestas, todos y cada uno de los estados. Y siempre insistiendo con humildad en que no tenía ningún mérito, que lo único que hacía era fiarse de los datos y no de su instinto. Sus discusiones entraban en asuntos como la correlación entra los movimientos de los distintos estados, la predictibilidad de la participación, la fiabilidad de diferentes tipos de encuesta. Explicó con detalle el concepto de intervalo de confianza, y por qué 19 encuestas con la misma estimación nos permitían predecir una diferencia, pequeña pero significativa, aunque cada encuesta no lo permita. Sus enemigos demostraban continuamente su completa ignorancia de los conceptos estadísticos más básicos, en particular la diferencia entre el tamaño del margen de victoria (un par de puntos) y el que esta sea o no estadísticamente significativa.

La victoria, como en el caso de la evaluación cuantitativa de jugadores de baseball que describe brillantemente Michael Lewis en Moneyball, no es de él, sino de un mundo nuevo en el que el instinto, los especuladores de salón que no saben leer ni un dato pero saben enrollarse como las persianas sobre todo lo que está bajo el sol, pierden la batalla enfrentados a aquellos capaces de entender, interpretar, analizar la información en este mundo tan rico en ella. Es la muerte de los hipopótamos (Hippos en inglés), como dice Hal Varian (el Chief Economist de Google) y  otros evangelistas del Big Data. Hippo (Highest Paid Person’s Opinion ), es la opinión de la persona que más cobra en la habitación.

En empresas e instituciones sin respeto al conocimiento y a la evidencia, los argumentos se ganan siendo el que más cobra, el más poderoso en la habitación, el Hippo. En las empresas y administraciones (¡y blogs!) basadas en la evidencia, el que gana el argumento es cualquiera, incluido el más bajo jerárquicamente que participa en la reunión, con tal de que tenga el argumento correcto basado en lo que muestran los datos, la evidencia empírica. Esa es la organización del futuro o mejor dicho la organización que tiene futuro. (Una anécdota  personal de una organización que funciona así: durante el doctorado  trabajé como asociado en prácticas en McKinsey un verano. Me trataron de igual desde el primer día, y decidieron que el tema que estábamos tratando lo dominaba más yo y, sin complejos ni preocupaciones jerárquicas, invitaron a un humilde asociado le explicara nuestro análisis al CEO de la empresa cliente. De ahí mi enorme respeto a esa organización, que aún dura.)

La revolución que ya ha tenido lugar en finanzas, en baseball, en marketing (con el análisis masivo de bases de datos de compra) y en la política presidencial americana llegará poco a poco a todas los áreas del conocimiento. Y para beneficiarse de ella, para participar en ella, habrá que tener un buen conocimiento de estadística y de matemáticas. Las matemáticas no son sólo, como dijo Galileo, el lenguaje en el que Dios escribió el universo, sino que son el lenguaje de los datos y la información en la que estamos inundados. Sin entender modelos matemáticos sencillos es prácticamente imposible participar activamente, más allá del consumo pasivo, en campos como la biología, la economía, las finanzas, la contabilidad, la sociología, la ciencia climática, la ciencia política, el marketing, la ecología.

Es por eso que desde NadaEsGratis insistimos, Antonio Cabrales el primero, pero todos los demás también, en que es fundamental que abandonemos la idea de la enseñanza como indoctrinación cívico-religiosa-nacional,  y nos pongamos de verdad las pilas para enseñar a nuestros hijos de maneras más creativas y más vivas, pero también más rigurosas, como dar el paso de las matemáticas como deber a las matemáticas como herramienta que nos permite entender el mundo en el que vivimos. Esa es una de las dos misiones fundamentales (la otra es saber escribir un argumento sólido) de la educación en las que fracasa nuestro memorístico y asombrosamente primitivo sistema educativo. Y si el cole no lo hace, pues lo tenemos que hacer en casa.

Nunca he podido entender por qué las clases medias de este país aceptan que a sus hijos les estafen al no concederles estas herramientas básicas para avanzar en el mundo actual. Esa reivindicación, que enseñen a mis hijos muchas matemáticas y a escribir en español con convicción y con capacidad de hacer un análisis complejo y a hablar inglés, y bien, debería ser la más importante en los coles y no las cosas de las comidas, los túpers y la limpieza del cole (a mi me toca limpiar la clase de mis hijos una vez al año porque no hay dinero para servicio de limpieza, y nos turnamos los padres). Y si hay que recortar sanidad, pensiones o lo que haga falta para tener unas escuelas capaces de poner a nuestros hijos al nivel requerido para ese mundo en el que van a participar, pues que así sea. La educación debe ser la prioridad. Yo esa reivindicación no la oigo, ¿vosotros?

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